La semana pasada se anunció el descubrimiento del exoplaneta más ligero hasta ahora detectado, en un Sistema Solar albergado por la estrella Gliese 581, de la Constelación Libra, a 20,5 millones de años-luz de nuestro planeta, ese insignificante cuerpo celeste en el que vivimos.
El planeta, bautizado por la comunidad astronómica como Gliese 581.e y descubierto por Michael Mayor, principal investigador de la estrella Gliese 581, tiene una masa de 1.94 veces la de la Tierra y tarda 3.15 días en dar una vuelta a su estrella.
Desgraciadamente, este planeta está lejos de poder albergar vida tal y como la conocemos, esto es, con agua en su superficie, ya que está demasiado cerca de su estrella. Para discriminar los planetas que no podrían albergar vida, los astrónomos tienen un concepto llamado zona de habitabilidad, la cual es un espacio en forma de corona circular lo suficientemente alejado de la estrella para que el agua pueda estar en estado líquido y lo suficientemente cerca para que el planeta no sea un paraje helado. En nuestro Sistema Solar, por ejemplo, esta zona es la que está entre Venus y Marte, situándose nuestro planeta en ella, aunque no exactamente en el centro.
Sin embargo, el descubrimiento de Gliese 581.e ha permitido reubicar a Gliese 581.d, un planeta de masa 7 veces la de la Tierra que se piensa que está más cerca de la estrella de lo pensando en primera instancia. Pero se viene otro problema para los astrónomos. Siendo tan grande y tan pesado este planeta, se piensa que es muy difícil que pueda ser sólo un planeta rocoso (como la Tierra), y se piensa que podría ser un planeta helado que hubiera migrado desde el exterior hasta el interior de aquel Sistema Solar. De ser esto cierto, podría ser un planeta a lo Waterworld, un planeta inundado por un oceáno inmenso.
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