Brian de Palma adaptó a la gran pantalla la novela de Stephen King 'Carrie', que trata la vida de una muchacha de instituto humillada por sus compañeros. La película comienza con un partido de voley en el que, como no, 'Carrie' falla y todas le abroncan. Educada de forma abominable por su beata (a su modo) madre, Carrie White se aterroriza cuando, ese mismo día, le viene la primera menstruación. Todas se ríen de ella hasta que la profesora de gimnasia (porque en los setenta el término educación física no existía) socorre a Carrie y castiga a todas. ¿Y quién es la culpable del castigo? Obviamente, Carrie White, por ser tan débil e inofensiva que es imposible no humillarla día sí, día también. Así que las malvadas chicas planean destrozarle aún más la vida, mientras la buena de Carrie trata de enterarse de donde le provienen sus poderes de telequinesis, con los cuales puede mover objetos con el poder de la mente. No nos flipemos, no lo hace como si fuera Magneto, esta es una película buena.
Mola ver a Sissy Spencer nominada al Óscar a la mejor actriz por su papel de Carrie White, demostrando al mundo que el terror también puede triunfar en la Academia. Y mola ver a John Travolta en su habitual tono chulesco a lo 'Grease'. Y mola ver como eran los Estados Unidos de los 70, con sus bailes de instituto, sus pijas paletas y sus macarras chungos. Vamos, más o menos como ahora pero con distinto peinado.
Como curiosidad, podemos decir que el nombre de la protagonista viene de Carrigan, que era el nombre que tanto Stephen King pensó para la protagonista de su novela como William Peter Blatty para la niña de 'El Exorcista', así que uno se quedó con Carrie, y otro con Reagan, y todos contentos.
La secuela de la película tardó más de 20 años en realizarse, y a pesar de que Stephen King la calificó de aceptable, creo que merecerá la pena echarle un vistazo.
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