Eso es lo que quiere un diputado italiano de la Liga Norte, Matteo Salvini, algo xenóbofo por sus declaraciones sobre el transporte público de Milán:
Asientos reservados para la gente de Milán, como los que se reservan a los discapacitados y a las mujeres. Porque pronto, si la inmigración no para, los italianos serán una minoria a la que proteger.
Es el modo que tienen los de la Liga Norte, partido que ayudó a Silvio Berlusconi a subir al poder, de controlar la inmigración ilegal. Las críticas de otros partidos no se han hecho esperar, y han tachado a Salvini de racista e incluso le han comparado con Benito Mussolini. Y yo me pregunto, si un discapacitado es extranjero, ¿podría hacer uso de esos asientos reservados para italianos únicamente? Yo creía que cuando se era inmigrante, te convertías en ciudadano de ese país con los mismos derechos y deberes. Hay otras formas de atacar la inmigración ilegal, Matteo, y seguramente más eficaces que negándoles un asiento en el autobús. ¿Por qué no vais a por las mafias que se hacen de oro en aquellos (y estos) países?
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