Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha sentido curiosidad de sí mismo. Comenzó por la masturbación y ha llegado hasta el punto de preguntarnos el por qué de nuestra inteligencia. Y un robot podría ayudarnos en esa tarea.
Y mola, porque el robot tiene el tamaño de un niño de tres años y una pinta bastante humanoide, aunque a mí me recuerda más al bueno de Cortocircuito, que en paz descanse. Los científicos del Colegio Imperial de Londres (primer paso para dominar el mundo) quieren investigar a partir de él el proceso de cognición, ese proceso de conocimiento que incluye percepción, razonamiento y juicio.
El robot se ha bautizado con el nombre de iCub (¿Apple, estás por ahí?).
La naturaleza desarrolló la cognición para permitirnos interactuar de un mejor modo con el mundo de forma social y psíquica. Si queremos entender este proceso mejor entonces tenemos que entenderlo en el contexto de algo que se mueve o interactúa con objetos. Hay es donde iCub puede ayudarnos.
El robot ya puede moverse como cualquier ser humano, y ahora los científicos van a dotarle de un cerebro artificial que le permitirá interactuar con el mundo y, a nosotros, estudiarlo.
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