Creo que no yerro mucho si afirmo que Nueva York es la ciudad del mundo que más veces ha sido invadida por los más diversos enemigos, ya sean terrícolas o no. Pero a lo que, creo, nunca se habían enfrentado los amables neoyorkinos era a una invasión de móviles gigantes. Y no estoy hablando de una película, cuya realización, basándose en este argumento, sería la ruina para cualquier productora, amén de una de esas cosas que acaban convirtiéndose en obra de culto porque, admitámoslo, a todos nos gusta ver chorradas (y a quien no, que se lo mire, por aburrido).
Bueno, a lo que vamos, Microsoft ha instalado en una calle de Nueva York cercana a donde se encuentra el mítico Empire State Building un Windows Phone de seis pisos de altura, para anunciar la inmediata llegada al mercado los nuevos teléfonos que desarrollarán, entre otros, Nokia (Lumia) o HTC (Titan o Radar) con el objetivo nada sencillo de desbancar de la élite a Android y iOs.
Y, no sé vosotros, pero yo estoy deseando que este teléfono móvil gigante (y seguramente con mala leche) comience a andar y a comerse por sus puertos multimedia cuanto neoyorkino pase por sus dominios.
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