Como cada año, los estudios menos relevantes del año se dan cita para tratar de alzarse con el galardón Ig Nobel, una especie de parodia de los Premios Nobel en el que siempre puedes soltar una carcajada gracias a las ocurrentes ideas científicas de algunos estudiosos.
Si queréis, podéis echarle un vistazo a los premios Ig Nobel de hace dos años en el que premiaron a British Petroleum por hacer ver al mundo que petróleo y agua no se mezclan. Según los creadores de estos Premios, se trata de hacer llegar la ciencia a todo el mundo de una forma humorística, ya que no se puede ser buen científico sin sentido del humor. Los Ig Nobel premian a esos descubrimientos de viernes por la noche.
Desde la Universidad de Harvard (EEUU) se procedió a premiar a los ganadores, entre los que figuraba un equipo de investigadores de varias universidades de los Estados Unidos por descubrir que tener muchas ganas de orinar afecta a la capacidad del ser humano de tomar decisiones. Más sorprendente si cabe fue el Premio Ig Nobel de Fisiología, otorgado a una universidad holandesa por demostrar que no hay evidencia de contagio del bostezo en las tortugas de patas rojas.
El premio de Biología fue para quién descubrió que ciertos tipos de escarabajo tratan de aparearse con ciertos tipos de botellas de cerveza australiana. ¿Alguna vez te has preguntado por qué los lanzadores de disco se marean y los de martillo no? Pues alguien se lo preguntó y se llevó el Premio Ig Nobel de Física. El Premio de Matemáticas fue a parar a un montón de videntes cuyas predicciones sobre el fin del mundo no se han cumplido para hacer ver al común de los mortales que hay que ser cuidadoso a la hora de hacer suposiciones y cálculos matemáticos.
Y el Premio Ig Nobel de la Paz fue a parar al alcalde de Vilna, capital de Lituania, por pensar lo que piensan muchísimas personas a lo ancho y largo del mundo: el problema de los coches mal aparcados tiene solución: aplastarlos con un tanque.
Imagen | El Mundo
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