Diez años después de cuatro aviones secuestrados perpetraran el mayor ataque terrorista de la historia contra las Torres Gemelas y el Pentágono (siendo el otro ataque fracasado y su avión estrellado en Pennsylvania), Barack Obama ha anunciado al mundo que su ejército ha matado a Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, el más importante grupo terrorista islámico.
Fue durante la madrugada del domingo, cuando el equipo de élite de las fuerzas americanas, los SEALS, iniciaron una misión que apenas duró 40 minutos y en la que fueron efectivos cuatro helicópteros (uno de ellos alcanzado, sin bajas) y veinte soldados, que penetraron en la mansión fortificada del terrorista, abatiendo, además de a Bin Laden, a quien, por lo visto, dieron la oportunidad de rendirse, a otros tres hombres (uno sería hijo del terrorista) y a una mujer usada de escudo humano. Osama Bin Laden recibió un disparo en el ojo izquierdo, falleciendo, y su cuerpo fue custodiado por los SEALS, aunque a esta hora se comenta que podría haber sido arrojado al mar tras realizarle las pruebas de ADN. Se escondía en Abbottabad, a 60 kilómetros de la capital paquistaní Islamabad.
Las calles de Estados Unidos se abarrotaron tras conocer la noticia, mientras que islamistas radicales claman ya por la venganza de quien se ha convertido en un mártir de la lucha contra Occidente. Estados Unidos, así como todo Occidente, considera este hecho una victoria, tras acabar con la vida del líder de un grupo que ha acabado con la vida de miles de personas.
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