Julio Alonso acaba de perder el recurso a una sentencia que le consideró culpable por una serie de comentarios injuriosos que existían en su blog personal acerca de la SGAE. Todo empezó con un post suyo titulado “SGAE = Ladrones” en la que describía el Google Bombing que consiguió que al buscar el término “ladrones” en Google, la primera página en aparecer en el buscador fuera la de la SGAE.
Pues bien, a pesar de que, por lo visto, la SGAE admitió que el post de Julio Alonso no era injurioso, responsabilizó a este de los comentarios que sí lo eran en su blog. Después los eliminó, pero ya daba igual. Y la justicia ha dado la razón a la SGAE, lo que supone un precedente bastante chungo. No importa que no tengas constancia de que haya un comentario injurioso en tu blog y que no sea tuyo: tú eres el responsable. Pero, lo peor de todo, es que no importa que una vez adviertas que tu blog posee un comentario injurioso. Aunque lo borres, tú eres el responsable. A partir de ahora, si ya tenemos miedo de publicar algunas noticias y dar nuestra opinión, ahora también tendremos que tener cuidado de comentarios. Es decir, se perderá la verdadera esencia de internet, que consiste precisamente en la participación social inmediata. Si tenemos que pasar un filtro a la hora de moderar los comentarios, un blog personal no podrá ser participativo, a no ser que se esté todo el día controlando la publicación de comentarios, cosa imposible si queremos tener un trabajo que nos dé de comer. Veo bien que si una persona se siente injuriada por un comentario en una web, avise a su dueño para que lo elimine, pero no que tome represalias legales para que a partir de ese momento los creadores de contenidos en internet autocensuren previamente cualquier comentario sospechoso de engendrar calumnias o injurias, lo que, en un blog de cierto éxito, supone censurar todos los comentarios porque no se podrá tener tiempo material para revisarlos todos.
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