En memoria de LOST

The End. Así se títula el último capítulo de LOST, la serie que ha marcado la vida de millones de aficionados (entre ellos yo) durante los últimos seis años. No podía tener otro título. Una serie que siempre se ha caracterizado por darle una importancia suprema a cada uno de los detalles, no puede terminar con un capítulo que se llamará de otra manera.

Los títulos de los capítulos siempre han tenido guiños, y ahí van una buena ración de ejemplos. White Rabbit, Through the Looking Glass, LOST… and Found, LOST… in Translation, Deus ex Machina, Born to Run, There’s no Place Like Home… la lista es interminable. Incluso hay capítulos que se titulan guiñando a otro capítulo (Everybody Hates Hugo, Everybody Loves Hugo).

The End. Sin duda, LOST marca el final de una época. Consigo se lleva una forma de hacer televisión… o de hacer cine. Porque LOST no es una serie al uso. LOST es una gran película a ráfagas de 40 minutos que han dado una nueva dimensión a los cliffhangers, y a la vez una serie que ha universalizado el término spoiler sin referirnos a frenos aerodinámicos. A pesar de empezar con internet consolidado en la sociedad, podemos decir que LOST ha sido la primera serie de la era internet, la primera serie ha creado un fenómeno sin precedentes, llenando foros, blogs, páginas web. No hay más que pasear por los dos periódicos más importantes de España. Tanto ElMundo como ElPais dedican portada electrónica a LOST.

Sin duda, el mérito de LOST se puede comprobar en la audiencia española. Maltratada por TVE, LOST ha tenido que refugiarse en internet. Y, en cierto modo, creo que tenemos que dar las gracias a la cadena pública, ya que ha provocado que muchos de nosotros disfrutemos de la película en versión original, que es como hay que disfrutarla. Cuatro trató de arreglar el desaguisado, pero ya era tarde. El daño estaba hecho. Sin embargo, se ha currado un fin de función espectacular, si bien un servidor se mantendrá fiel a la pantalla de su ordenador, por motivos de calidad.

Atrás quedan seis años de teorías, reuniones interminables en la cafetería de la facultad de odontología con compañeros de la universidad, en la que, tras mucho esfuerzo, conseguimos unir a un rolling stone que tardó en darse cuenta de la inmensidad de la serie, aunque, eso sí, estuvo presente en todos los (largos) debates (¡saludos!), numerosas personas a las que yo mismo me vanaglorio de haber enganchado a la serie (el último sólo ha tardado un mes en ver la serie entera, hasta el último capítulo), subtítulos de Lostzilla (¡mil gracias a las chicas y a toda la gente que hizo posible ese magnífico portal, incluyendo a todos los que aportaron algo, por poco que fuera!), y algún que otro borracho que, irónicamente, hace dos años me dijo que la clave del asunto estaba en el backgammon de Locke (two sides… one is white, one is dark…).

Como leí hace poco, LOST no se muere… se hace inmortal. Parafraseando al personaje de Selena en 28 días después, a partir de mañana nunca más volveremos a ver un capítulo nuevo de LOST, pero sin duda volveremos a ver LOST. La razón es obvia: es la mejor serie que se ha hecho en la historia de la televisión. Incluso George Lucas se ha lanzado a agradecer a todo el equipo la creación de la serie.

El final, seguramente, no contentará a todos. Muchos critican que no se vaya a dar respuestas a todos los enigmas. Yo no soy de esos. Yo sólo espero un final desconcertante, un cliffhanger que supere a todo lo demás. Quiero un LOST que desencaje mi mandíbula, aun a riesgo de que nunca más pueda volver a ser encajada. Un LOST que me haga aplaudir cuando el pantallazo negro ocupe la totalidad de mi visión.

Y qué decir de los personajes. Los personajes creados por JJ Abrams, Damon Lindelof y Carlton Cuse, que no son personajes… son personas. Como dijo Carlton Cuse: personas que buscan la redención. Personas que se han ganado el cariño de todos nosotros por la descripción exhaustiva a las que les han sometido. Echo la vista atrás y no recuerdo a ninguno de los personajes principales a los que no hayamos visto llorar… Jack, Kate, Locke, Sawyer, Sayid, Shannon, Hurley, Michael, Jin, Sun, Libby, Russeau, Alex, Benjamin Linus, Desmond, Penny… Y con todos ellos sufrimos nosotros. Y, sin duda, son las mejores escenas de LOST. Porque seguramente todos nosotros hemos visto más veces la escena de Jack y Sawyer en la que el último le confiesa que conoció a su padre, que la trampa orquestada para matar a Los Otros con la dinamita. La carga emocional de LOST es lo que la hace tan grande. Y, sí, quiero un final triste. Quiero un final que me desgarre, porque será un final que nunca me cansaré de ver… Los personajes han pasado más de 110 capítulos sufriendo, y no parece que esto vaya a cambiar. Sólo me gustaría una excepción, y es que Desmond pueda ser feliz.

No quedan muchos personajes sobre el tablero (de la isla). Ben Linus, Men in Black, Jack, Kate, Sawyer, Hurley, Miles, Claire y Desmond. Si acaso, Lappidus y Richard Alpert, de los cuales no podemos decir nada porque no sabemos si estarán muertos o no. Jack ya ha tomado las riendas del asunto (genial comentario de Sawyer), si bien el director de orquesta Off the Island es Desmond. Y qué decir del magnífico Benjamin Linus, uno de los mejores personajes de la serie, que llega al último capítulo como el tío grande que es.

Me cuesta incluso terminar de escribir este largo post. Quien sabe, lo mismo dentro de unos días creo otro sobre LOST igual de largo, o más, pero es que seis años de LOST dan para mucho. Desde aquel primer capítulo en TVE, pasando por ver las dos primeras temporadas en castellano, pasar a la tercera viéndola en VOS, la cual nunca abandonaría, el gran (EL GRAN) cliffhanger de la tercera temporada, la Finale de la quinta en Sevilla, ver capítulos en un coche…

Mañana a estas horas todos habremos visto el capítulo. Mañana, a estas horas, LOST se habrá hecho inmortal.