Sí, como lo oyen. O como lo leen. La cantante Amy Winehouse, la que gusta de hacer honor a su apellido y se sube con una copa de vino al escenario para, entre canción y canción, pegarle un meneo, una de esas cantantes que hacen recordar que el espíritu de Courtney Love sigue vivo, tiene problemas con sus implantes mamarios y, es tal el dolor que le provocan, que tendrá que someterse a una nueva cirugía o bien quitarse las prótesis.
La cosa es que Amy Winehouse da bastante miedo. No sé por qué una chica que hasta hace no mucho lucía un aspecto de lo más sano está ahora en estos menesteres, pero tal vez Brian Adams, quien se declara amigo suyo, podría explicarlo, si bien el compositor canadiense ha dicho alguna vez que no va a hablar de su amistad con la Winehouse.
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