Desde que algunos escépticos del teléfono móvil asociaron su uso a un incremento en los casos de cáncer (o a mejorar la memoria), el ser humano no ha hecho más que aumentar su dependencia del cacharro, por aquello de desafiar al destino. Eso sí, a veces es el propio destino el que realiza bromas macabras, como lo que le paso a Gye Gardner.
El bueno de Gye iba en su camión cuando se cargó una parte de su teléfono (no sabemos qué estaba haciendo). ¿Qué hizo? Pues lo que hubiera hecho cualquier ser humano con SuperGlue a mano: echar SuperGlue… con tan mala suerte que su jefe le llamó cuando acababa de echar el pegamento y mantuvo una conversación de cinco minutos con él. Y, claro, el pegamento se secó y el tipo se quedó pegado a el.
Normalmente lo tengo pegado a la oreja todo el día. Mis amigos me sugieren que lo deje ahí y simplemente conecte mi oreja a la red al llegar a casa para cargarlo. Pero estoy un poco preocupado y pienso: ‘Esto no es bueno, realmente no es nada bueno’.
Menudo héroe este Gye Gardner.
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