La vida en un descapotable

Es el sueño de todo humano desde que tiene uso de razón: conducir un descapotable. De hecho, el típico neandertal pensaba y decía en el argot propio de la época a su camarada de turno: “Algún día esas piedras que ruedan que inventó el cretino este formarán parte de una cosa sin techo que vaya muy rápido y será la envidia de todo bicho viviente con un C.I. de más de 60”. Sí, los delfines también desean un descapotable. ¿Por qué os creéis que saltan?

 

Porque claro, el sueño de todo chaval preadolescente de mi quinta era ser el novio de Claudia Schiffer, pero eso era porque para ser el novio de esa alemana tenías que tener, mínimo, un descapotable.

Tú conduces un descapotable y te ves en diferentes situaciones.

1. A todo trapo por la carretera de la playa, con las gafas de sol puestas y el brazo sobre la puerta.

2. Por la ruta 66, desafiando al desierto yanqui. Con el brazo sobre la puerta.

No tiene término medio. La playa puede ser cualquiera, desde Benidorm hasta Beverly Hills. Cualquier sitio donde mujeres esplendorosas observen tu coche… y a ti.

Pero para llevar un descapotable tienes que hacerlo bien. No vale de cualquier modo. Para fardar con él tienes que tener una edad máxima y llevar una música coherente con el momento. No puedes ir por Torrevieja con Metallica ni por la ruta 66 con reggeaton. Cada cosa, a su sitio.

1. Si estás en la playa, lleva cualquier cosa de pachangueo. El pachangueo (y en su expresión máxima, el reggemierdaton) es esa cosa que a nadie le gusta pero, claro, en la discoteca si no que vas a poner. Este punto yo me lo fumaría, porque como odio realmente eso, iría con mi rock and roll a tope y que le den al resto del mundo.

2. Si vas por la ruta 66, no hay discusión. Rock. Y del bueno. Es decir, esas canciones que tú mientras las escuchas te imaginas conduciendo el descapotable por el desierto. ¿Bisbal te hace pensar eso? ¿No, verdad? Pues Bisbal a la mierda. “Born to be wild” te hace pensar eso. Así que, “Born to be wild” sirve. Es fácil.