25/7/11

¿Es momento de reabrir el debate sobre la cadena perpetua en Europa?

El autor confeso de la brutal matanza de la isla de Utoya y el atentado de Oslo, Anders Behring Breivik, acabó con la vida de al menos 93 personas, la mayoría jóvenes que asistían a un encuentro con el líder del Partido Laborista noruego y Primer Ministro del país, e hirió a otras cien.

La ley noruega contempla una pena máxima de cárcel de 21 años, más cinco que podrían añadírsele si los expertos consideraran llegado el momento que el sujeto sigue siendo peligroso para la sociedad. Esto quiere decir que el asesino de la isla de Utoya pasaría 82 días en la cárcel por cada vida sesgada y saldría a la luz cuando tuviera 53 años. No es de extrañar que víctimas y familiares noruegas hayan puesto el grito en el cielo al respecto, ya que consideran insuficiente este castigo. Noruega abolió la pena capital en 1979. Y no sólo eso, si no que, durante su estancia en prisión, Anders Behring disfrutaría de una comodidad que resulta sorprendente para otros países más represivos con los delincuentes, si bien es cierto que Noruega tiene una tasa de criminalidad inferior a la media europea.

¿Merece un asesino confeso, que por lo que sabemos no ha demostrado otra cosa salvo odio al prójimo, un ultraderechismo fanático, enemigo de la sociedad, que considera la matanza como algo atroz pero necesario, islamófobo, segundas oportunidades? ¿Merece volver a ver la luz del sol una persona que ha acabado con la vida de 93 personas y ha destrozado la de sus familiares y amigos?

Vivimos en una sociedad en la que miramos para otro lado cuando escuchamos “cadena perpetua”, una expresión que se escucha cuando acontecen sucesos horribles como los de este fin de semana en Noruega. Líderes políticos de todos los signos salen al paso de tales movilizaciones sociales alegando que no se debe gobernar en caliente, pero una vez el dolor se diluye en la vida y memoria de las víctimas directas y sus familiares, el resto de la sociedad se olvida de la posibilidad de abrir un debate serio sobre la viabilidad de imponer la cadena perpetua para crímenes de este calibre.

Creo que es momento de escuchar todos los puntos de vista, todas las posibilidades, todas las opiniones, exponer los pros y los contras, las medidas para no cometer fallos jurídicos, modos de solventar los posibles… Pero lo que está claro es que 21 años de cárcel por matar a 93 personas es muy poco.

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