Llego el día en el que los políticos de nuestro país quieren cambiar internet tal y como lo conocemos. Y por la vía rápida. Internet lleva meses movilizándose, los internautas hemos hablado a diestro y siniestro y tratando de explicar la situación a las personas de nuestro entorno. Y, posiblemente, no sirva de nada.
Hace algunos meses, los buzones de los diputados españoles se colapsaron, llenos de correos electrónicos enviados por particulares que pedían la no aprobación de la famosa Ley Sinde. A esta actuación se la tachó de spam. El mensaje era claro: no te quejes a quienes te representan. ¿Por qué se puede ningunear tan gratuitamente a las quejas y opiniones de la gente?
La Ley Sinde aboga por la protección de los derechos de autor y los derechos intelectuales. Sin embargo, para ello, asalta derechos fundamentales como la libertad de expresión. Numerosas asociaciones de internautas han mostrado su total rechazo a esta ley, que permitirá cerrar páginas web por la vía administrativa, ya que la justicia tiene la manía de cumplir la ley y no cerrar las páginas web que, ¡sorpresa!, no cometían ningún delito.
Como modo de protesta, más de una veintena de páginas con enlaces P2P cerraron sus puertas el pasado domingo. Al entrar a alguna de ellas, como peliculasyonkis, una pantalla en negro rezaba lo siguiente:
Si se aprueba la Ley Sinde, esta página desaparecerá. Internet será una tele más, al servicio del poder. Por la libertad de expresión en la red. No a la censura. No a la Ley Sinde. No al cierre de webs.
Sin embargo, parece que lo que no entra en la cabeza de los políticos españoles es que por cada web que tumban, surgen otras veinte. ¿También vamos a coartar la libertad de los creadores de páginas web? ¿Vamos a tener que pedir permiso para crear una web? ¿Se creará finalmente una red de redes en la que sólo existirán aquellas páginas que hayan obtenido el beneplácito de los poderosos?
Mañana veremos qué pasa con la ley.
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