Tras una semana movida en cuanto a seguridad aeroportuaria se refiere, AENA se declara a favor de implantar los escáneres corporales en los aeropuertos españoles, al igual que lo harán en Reino Unido, Holanda, Nigeria e Italia. Otros países, como Alemania o Francia, también se están pensando implantar la medida. Mientras tanto, ayer supimos que Estados Unidos cacheará a los pasajeros que lleguen desde 14 países declarados peligrosos, como Irán o Cuba.
¿Qué se consigue con esto?
Básicamente, polémica. El aéreo es el sector de transporte más seguro que hay y al que se le aplican más medidas de seguridad. Hay que recordar que volar en avión no se ha convertido en el modo de viajar más seguro por los controles antiterroristas que hay, si no más bien por el trabajo de ingenieros y científicos que hacen que sea prácticamente imposible que un avión sufra un percance en aterrizajes, despegues o en pleno vuelo.
Sin embargo, pese a ser el modo de transporte más seguro, también es el más temido, entre otras cosas por el hecho de que no depende de nosotros el control de la aeronave (si no de expertos pilotos cualificados que han pasado duras pruebas para conseguirlo).
Podrías embarcarte en unos 20 vuelos al año y todavía sería menos probable que sufrieras en persona un ataque terrorista a que te partiera un rayo.
Y esta es la otra cara de la moneda: la lucha contra el terrorismo y el miedo en la gente. Personalmente, no entiendo por qué los terroristas se ceban con el transporte aéreo cuando es más fácil, por ejemplo, atentar en un tren de largo recorrido, donde las medidas de seguridad son mínimas y viaja más gente. Tal vez por eso la gente viene cambiando la tendencia de tipo de transporte desde hace tiempo. La incomodidad que suponen tantos controles de seguridad en los aeropuertos (y el tiempo que se pierde esperando en la terminal hasta que salga el vuelo) hace que muchas personas elijan otro tipo de transporte, aunque realmente sean menos seguros que el avión.
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