6/11/09

Un brasileño va a su entierro... borracho

cristoredentor Todo el mundo se ha preguntado una vez en su vida: "¿Quién irá a mi entierro?". Pues hombre, seguramente todos los que pudieran, porque en los funerales todo el mundo habla bien del malogrado, y se acuerdan de las cosas buenas.

Lo que no esperaba nuestro amigo Ademir Jorge Gonçalves es que en su funeral habría el doble de personas... que había realmente. Al tío se le consideró por muerto a causa de un accidente, y los miembros de su familia reconocieron un cadáver como el suyo (así tenían que ir ellos también de "ciegos"). Como dijo el de la funeraria después: "¿Cómo iba a imaginar que el cuerpo no era de la víctima? Si la propia familia, que conocía al sujeto, reconoció el cuerpo". Esta declaración tiene un par de cosas que me han hecho mucha gracia:

1. Que el cuerpo no fuera de D. Ademir no quiere decir que no fuera una víctima... ya sea de un accidente o de algo peor.

2. Genial la aclaración de "Si la propia familia, que conocía al sujeto...". Impagable.

Bueno, el caso es que el tío estaba de parranda con sus amigos, tomándose aguardiente sí aguardiente también, hasta que otro amigo (que no estaba con los otros amigos), le llamó para decirle que según la radio estaba muerto. Ademir fue hasta el tanatorio y allí apareció con unas copas de más, pero más sano que un santo.

Pero, como dicen en ABC, el dueño del apartamento donde vivía le quemó todo.

En fin, anécdotas curiosas de esas que abundan en Ronmocho.

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