España es el país de la Unión Europea en el que más horas se trabaja, y el menos productivo. Hay quien pensará que esto no tiene nada que ver. Yo, personalmente, opino que sí.
En los tiempos que corren, mantener un comercio es sinónimo de abandono de la familia y los tiempos de ocio. Todo esto tiene que cambiar si algún día queremos llegar a los grandes países de la Unión Europea, motor econónmico de nuestro continente y, por qué no decirlo, del mundo. Falta concienciación. Puede ser relativamente que empresas de oficina puedan mantener sin muchos problemas un horario en el que a las cuatro de la tarde estás fuera, como en Iberdrola, única empresa del Ibex 35 con un plan de conciliación. Según afirman en la empresa, se trabaja de 7.30 a 15.30, y la productividad es mejor que antes, además de que el empleado siente más empatía por la empresa. Mejor productividad, mayor fidelidad, y más facilidad para dedicar el tiempo a lo que más importa en esta vida.
Como he dicho, esto puede ser relativamente fácil para empresas que no traban explícitamente de cara al público. Los comercios a pie de calle lo tienen más difícil, pero todo pasa por mejorar el horario laboral en conjunto. Si tenemos moneda europea, ¿por qué no tener también horario europeo?
Siempre achacamos a nuestro clima, a nuestra forma de ser, y a las cervecitas con la tapa del bar para explicar que tengamos un peor rendimiento. “Si los alemanes tuvieran nuestra fiesta otro gallo cantaría”. Con horarios en los que a las cuatro o las cinco de la tarde estuviéramos fuera, podríamos disfrutar de nuestro clima mucho más tiempo y de una manera más sana, ¿no creen?
Cien por cien de acuerdo! Deberíamos aprender de países como Dinamarca. No sólo seríamos más productivos, sino que también seríamos más felices.
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