En la nochebuena de 1858 "la gente por las calles, en los caminos y en el campo vio aparecer una bola de fuego, de una luz cegadora y todos los colores del arcoiris, oscureciendo la luz de la luna y descendiendo majestuosamente desde el cielo".
Esto lo dijo Rafael Martínez Fortún, el agraciado con el impacto, ya que el meteorito cayó en su granja. En 1863 la reina Isabel II llevó los restos del meteorito al Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde sigue siendo conservado y exhibido.
"Fue una muy primitiva roca hecha de pequeñas partículas esféricas, resultado de la solidificación del polvo y gas en la primigenia nebulosa solar, que dio a luz a nuestro planeta y al Sistema Solar"
Fuente | ScienceDaily
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