acojonados porque unos atletas vieron lo que creyeron ser una leona de grandes dimensiones paseándose tan ricamente por los derroteros silvestres. Un día después, una mujer aseguró haber divisado también al felino y, para no quedarse atrás, un vecino de la zona dijo que también había visto a la leona, aunque no podía asegurarlo porque o era eso, o era un perro grande.
El caso es que al final la historia ha terminado como Pedro y los Lobos y resultó que la leona era un perro grande, de la raza dogo, que medía más de metro y medio de largo y 75 centímetros de alto. Los agentes forestales dispusieron un montón de cajas por la zona, para ver si el can se metía dentro, le capturaban, y después le pedían explicaciones de qué narices estaba haciendo allí. Pero visto que no él animal era listo y no entraba en ninguna de esas cajas, los agentes decidieron abatirle a tiros. Decían que estaba asilvestrado y que seguramente iba a hacer más bien que mal a la sociedad (bueno, esto último lo digo yo).
Vamos, lo que viene a ser una historia con final triste. Para que luego digan que las películas de Disney están basadas en hechos reales.
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